miércoles, diciembre 21, 2005

Una historia para antes de dormir.


De vez en cuando os contaré una historia mientras me siento aquí y miro las hojas del tiempo caer. Espero no aburriros demasiado. Ahí va...

Todas las noches entraba en mi cama, abría cuidadosamente la manta como un ladrón que roba una joya valiosísima, colocaba su cuerpo al lado del mío sin decir una palabra y permanecía así, junto a mí, callado…, supongo que hasta que le entrase sueño. Al cabo de un rato se iba como había vuelto, lentamente y de puntillas, algo parecido a la presencia de un ente onírico que abandona la consciencia, un morador de sueños que salta a la realidad o, incluso, un fantasma que me hace una visita de cortesía cada noche pero que no asusta, simplemente yace a mi lado y respira.

Un día mientras comíamos me dijo:

-Sólo quiero estar un rato acostado en tu cama. Espero que no te importe.

¿Por qué me iba a importar? Él no hacía nada, sólo notar mi presencia a su izquierda y, quizá, pensar en lo largo que había sido su día…, yo no lo podía saber, nunca decía una palabra. ¿Quién era yo para decirle que se fuera si no estaba haciendo nada malo? Le dejaba que se acostara a mi lado, era así como parecía sentirse bien y no iba a negarme puesto que no me hacía ningún mal.

Bien es cierto que mientras estaba ahí yo no podía dormir. Intentaba explicarme a mí mismo por qué hacía eso, ninguno de aquella sala se comportaba de la misma manera…, era extraño. Habían habladurías, pero a mí me daba lo mismo. Un día me armé de valor y le pregunté.

-¿Por qué lo haces?

-Es la costumbre… –comenzó a decir mirándome sinceramente a los ojos- Mi vida de antes estaba sujeta a una soledad compartida y me es muy difícil hacerla desaparecer así como así…He crecido rodeado de ella y, a su vez, con gente que la compartía conmigo. En casa siempre me metía en la cama de mi hermana, en los autobuses siempre me sentaba en el asiento donde podía tener alguien al lado, los semáforos donde había alguien esperando eran los únicos donde me paraba, la vida donde puedo tener a alguien cerca de mí para sentirme menos solo es la vida que quiero vivir. ¿No es mejor una soledad compartida que una que no lo es?

Desde aquel día lo vi aún más claro. Aquel soldado de dieciocho años que se había alistado hacía a penas una semana, y del que yo estaba a cargo bajo supervisión continua, no tuvo que volver a levantar la manta para meterse en mi cama, yo mismo la dejaba abierta para que entrara libremente.

El silencio se hacía en el gran dormitorio de aquella base militar y solamente era quebrantado por los movimientos gatunos del soldado nuevo cuando volvía a su cama para cerrar los ojos y volver a encontrarse con su propia soledad

-Hasta mañana, soldado –decía yo para mis adentros.

-Hasta mañana, amigo –decía él para sus adentros.

16 comentarios:

Alumnedelmon dijo...

Qué maravilla de historia. La verdad es que compartir la soledad hace que ya no sea la misma. Me quedo con el valor del tío por meterse en tu cama y con el tuyo por permitirlo. También me quedo con cierto morbillo que me da la historia, pa qué negarlo...

No sé para qué quieres que te narcoticen. Sería un crimen narcotizar a alguien que escribe cosas tan bellas.

Anónimo dijo...

Quizá es la atmósfera navideña, el sentimiento de paz o ese pequeño escape de gas que detectó mi padre en la caldera y que no le dio la gana de arreglar, pero me encanta el texto.
En serio, es una bonita reflexión sobre la soledad y las distintas maneras de las personas para superarla.
Todos buscamos calor sin darnos cuenta en seres ajenos.

Anónimo dijo...

Voy a decir algo muy ñoño, pero siento tu calor desde aquí... Ois! Qué bonito ésto de los blogs!

Johnymepeino dijo...

Porque precisamente narcótizando, bebiendo, jadeando, junto con un lápiz y un papel, sólo unos pocos genios llegaron a conmover los cimientos del Orbe.

Pero tranquilo,,,ya no hay gente así.
Respecto a la soledad, para compartirla es necesaria la humildad de reconocer que no se ama, que no se gusta, pero que se necesita compartirr ese vacío existencial. Un saludo

Anónimo dijo...

Efectivamente el link del weblog era un guiño para ti y una especie de agradecimiento homenage.
No sé si el relato que has escrito ha sido por inspiración divina o por expiración paulatina. Pero es un relato que yo calificaría de "lindo". Y que tiene esa sorpresa del final que lo introduce en el surrealismo.

Mucha gente dice que se conoce más a alguien por lo que no habla que por lo que habla. Yo creo que se conoce a alguien más por lo que escribe que por lo que habla.

Y tu hijo mio tienes sensibilidad y dentro de cinco minutos un e-mail en tu cuenta de correo!

besotes!

Deckard dijo...

Y no se frotaba a ti? ;)

Fuera bromas. Es una historia preciosa. Yo tambien lo dejaria entrar sin ningun problema.

Besos.

Eurídice dijo...

Bueno, esto puede ser un arma de doble filo...

Por una parte, da pena lo de la soledad solo y la soledad compartida porque, a fin de cuentas, no hay más soledad que una y es la de uno mismo.

Por otra, me preocupa que se meta en la cama así porque así. Vale, puedo aceptar lo de los semáforos, lo de los asientos, pero lo de meterse en la cama... no sé, como que me da un nosequéporelcuerpo [vaya, que yo no lo permitiría, supongo, pero es que yo soy-según Alberto- de comportamiento autista ya que no soporto el toqueteo (entiéndase como tal el frote de gente que o no es de mi confianza, o no es de mi agrado o bien porque no me apetece en el momento que se me toque)].

Bueno, que esto es muy rebuscado en mi mente, supongo que habrá una respuesta a ese comportamiento mucho más sencilla: LA COSTUMBRE, como él mismo dice.

*Hay quien se muere sin rutinas...

Ashavari dijo...

Me encantó... :o

paseillo dijo...

Esta si. Esta historia si me la ha dejado leer mi "jefe". Yo tambien quiero ser soldado sin fusil, o mejor no¡, que a lo peor se tuercen las cosas y me quieren mandar a la guerra, como a la cabra del ministro Bono. Eso, mejor no, solo perro, pero amigo tuyo.

Guauu... Akira.
( Te guardo un trozo de pastel de manzana ? )

Para, creo que voy a vomitar dijo...

Hola, chic@s!!! Muchas gracias por leer mis palabras mareadas y dejar las vuestras que actúan un poco como Biodramina , eso lo primero.

Y lo segundo, deciros que esta historia no es real, que ha salido de mi imaginación totalmente, quise reflexionar sobre la soledad y lo hice a través de esta historia. Que no he hecho ni la mili xD Al contrario que el post anterior, que es totalmente verídico por muy surrealista que parezca (no, la foto no es mía ¬¬)

Pues eso, que besos y abrazos para todos! Nos seguimos leyendo :D

gianis dijo...

tan bonita que es la soledad cuando se disfruta y te llena por completo... qué historia más preciosa

Johnymepeino dijo...

¿Y cómo lo hacemos? ... lo de la chimenea, digo.

Iván dijo...

Muy bonita tu historia, no sé si se entendería (y admitiría) en el ejército actual, pero estaría bien, que dieran ese paso.

Anónimo dijo...

.

Querido niño con náuseas:

Me dejas maravillado con tus historias. Estoy deseando que vuelvas a contarnos otro cuento tan emotivo como éste. Qué preciosidad.

Feliz Navidad y que te lo pases estupendamente.

Un beso.

Johnymepeino dijo...

Ja, ja, ja... yo no me vendo en Madia Markt :D
Muchísimas felicidades chacho. Si pruebas en algún momento de la sobremesa a cerrar los ojos, podrás sentirme acariciando tus sienes y escucharás un Feliz Navidad AMIGO. O_o Al menos yo intentaré hacerlo. ;)

Johnymepeino dijo...

Si supieras la importancia de lo que escribes... tienes un potencial tesoro y no lo ves. La suma de los opuestos, el agridulce del sabor, el sol y sombra, lo "templado". No... no es la indiferencia sino la ambigüedad.

Si releyeras el comment que sobre Eminen dejaste... daría para una novela, para un viaje, para una locura.