jueves, octubre 08, 2009

Té, porro y donut.



Bebo té, fumo porro y como un donut, aunque no expresamente en ese orden. Lo hago como un ritual, como quien dice un "te quiero" cual autómata, sin ni siquiera pensar en el significado de tales palabras... Palabras que, al final, se tornan amarillentas y roídas de tanto darles vueltas en la lavadora de tu boca y de tanto tenderlas en el tendedero de tus pestañas al árido sol de tu mirada.

Fumo donut, bebo un porro y como té. Y toso, y me ahogo, y me dan ganas de vomitar cuando miro a mí alrededor y sólo siento la vanidad de la gente que se venden por un "qué guapo eres", y creen que te vas a vender por un "ojos bonitos tienes" y no, no es así..., al menos en mi caso. Que se den por enterados. Que se vayan a la mierda.

Como porro, bebo un donut y fumo el té. Y noto que hay días que me siento débil, que creo que lo que me rodea, y su continua partida de tetris, no encaja ni encajará de ninguna manera con las piezas que coloco cuidadosamente en el panel de este videojuego llamado vida.

Y miro el donut, veo el te y observo el porro. Todo detenidamente, como cuando te miras al espejo y te atraviesas el alma, casi sin parpadear, casi sin respirar, como quien espera la revelación del por qué de todo y lo único que obtiene es el murmullo de la soledad que se columpia burlonamente en la cadena del w.c. mientras espera el momento de saltar a tu cuello y apretar un poco más...