Siempre se levantaba con sabor a café en la boca..., hoy, especialmente, iba a tener un día duro de investigación así que intentó pasar de los espejos de su casa para no demorarse demasiado, hacía años que lo venía haciendo, era una rutina más. Salió de allí ladeándose el sombrero con el dedo índice y pulgar de su mano derecha mientras rechupeteaba en su paladar el sabor de un capuccino. No, no tenía tiempo para realidades humeantes.
Era consciente que protagonizaba una película de género negro, él era detective y se tenía que comportar como tal. Era serio, taciturno, de mirada instigadora, vestía barba de dos días, calzaba soledad de muchos años, algo lunático durante el día y una pizca soleado de noche.
Tenía una cita en el café “Saint Louis” y no quería llegar tarde. Sabía que había quedado con un hombre de ojos verdes, pero lo que no sabía era cómo iba a reconocerlo si aquella película era en blanco y negro. De poco servía la descripción del abrigo marrón y el jersey de cuello alto azul. Al menos conocía su nombre y dónde iba a estar sentado.
No tardó mucho en localizarlo, estaba en la barra removiendo su vida con una cucharilla e intentando endulzarla con dos de azúcar. Se encaminó hacia el asiento libre que quedaba a su derecha.
En este momento empieza a sonar una canción acorde a las circunstancias, dejando claro que esto es cine negro.
-¿Tú eres A., verdad? –preguntó torciendo el cuello mientras se quitaba el sombrero y lo dejaba apoyado en la sombra que su cabeza proyectaba en la barra, así parecía que no se lo había quitado del todo.
-Creo que sí –dijo el hombre del jersey de cuello alto color… negro.
-¿Crees que sí?
-Sí, creo que sí…, no estoy seguro, por eso te he llamado. No recuerdo quien soy y quiero lo averigües, que descubras todo de mí para volver a ser el de antes… Me han dicho que eres el mejor detective de toda la ciudad, el más honesto. Tienes que ayudarme.
-Está bien, muéstrame tu DNI, dime donde vives y yo empezaré a investigar.
-No, así no…, no de esa manera. Quiero que seas mi espejo, muéstrame lo bueno y lo malo de mí, es la única manera para volver a saber quien soy. Quiero verme reflejado en ti, no tengo miedo de lo que me puedas decir, de lo que pueda ver o de lo que pueda sentir. Nos tomará tiempo, ya lo sé, pero es lo que quiero… Tus ojos ya me informan que tengo la capacidad de sorprender a los demás, eso es un comienzo, ¿no? –dijo aquel hombre mientras cogía la mano del detective.
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-…, corten… ¡CORTEN!..., ¡¡¡CORTEEEN!!! ¿¿¿Pero qué mariconada de película de detectives es esta???
Audio: Inga Liljestrom - Film noir