lunes, mayo 29, 2006

Tres eran tres.

El Jinete del Resplandor me pasó el otro día un meme (hacía tiempo ya, eh…) consistente en en hacer tres recomendaciones estivales, ya sea de algo literario, auditivo o visual, pero que sea para este veranito. Y yo como lo asocio, más que nada, con el agua de la playa, pues ahí van mis tres recomendaciones.

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Océano Mar: Siempre he querido ser uno más dentro de este libro dónde el mar es uno más de los protagonistas. Me hipnotiza cada vez que lo leo, hace que quiera meterme en el mar y me quede a vivir allí. Imprescindible.

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La Isla: Kim Ki-Duk me puede, y esta peli, que va de una mujer que alquila plataformas flotantes para pescar y vender comida a los pescadores y donde todo se desarrolla rodeado de mar, de silencios y de anzuelos (no digo más, sólo que no es apta para todo tipo de estómagos), me parece un viaje a lo más oscuro de las personas en un paraje marítimo muy poco común. Interesante.

Y aunque lo siguiente no tenga nada que ver con el mar, me encantaría que fuera la canción del verano (pese a que tiene ya algún tiempo). Fueras las Shakiras y los Opás, ¡hay que poner a Putilatex en nuestro verano, coño!



Putilatex - Pornoclash

Y ahora, como es de rigor, paso la cadena a Pol, Cobre y Evaluna. Chicos, no estáis obligados a hacerla, sólo si os apetece, que sepáis que pueden ser tres libros, tres pelis...,como vosotros veáis.

Por cierto, si alguien quiere la maquinita que sale al principio del vídeo que levante el…, o sea, ¡la mano!

Disfruten.

jueves, mayo 25, 2006

Palíndromos.


Y en medio de unos días dónde no paro de pajearme mentalmente sobre un tema voy y me bajo una peli de uno de mis directores favoritos, Todd Solondz. La película en cuestión se llama Palíndromosy narra un trozo de vida de Aviva, una chica de 12 años que a lo largo de todo el metraje va cambiando de aspecto una y otra vez (empieza siendo una niña pelirroja, luego una treinteañera negra y gorda, una morena de 15, etc., cosas del rarico del director), la cual quiere quedarse embarazada a toda costa porque lo que verdaderamente desea es tener un hijo y cuidarlo. Todd cuenta una historia de amor poco corriente, como todas las de suyas, con personajes al límite por los que sientes repugnancia o simpatía a partes iguales. Y llega el momento de la peli donde alguien, soltando la liebre, dice:

Las personas siempre terminan como empiezan. Nadie cambia. Hacen que cambian, pero no cambian”.

Y me paro en medio de mi habitación y me cuestiono si nuestros intentos por cambiar para amoldarnos a situaciones o relaciones son vanos, porque todos podríamos ser palíndromos con patas, es decir, acabar como empezamos, porque Aviva (que es un nombre palíndromo) empieza por una “a”, evoluciona a una “v”, pasa por una “i” hasta que todo termina con la “v” y la “a” iniciales, porque espero que no haya que ir dejando migas de pan para saber regresar al principio ya que las mías están desde hace muchos años en la barriga de alguna paloma y me perdería y, lo que es más importante, me niego en rotundo a desandar lo andado para volver a la casilla de salida, porque yo no sé si he cambiado, pero sí he evolucionado.

Hace unos días le decía a un amigo todo convencido: “Que sí, nene, que se puede cambiar si tú quieres y te lo propones. Eso sí, no hay nada que hacer si alguien te obliga o te impone el cambio, que lo sé, que me ha pasado, que le ha pasado a él también, créeme…” Ahora Todd va y me dice lo contrario, que todos acabamos como empezamos, ¡nos ha jodío!, que la evolución no sirve para nada, que lo disfrazamos todo con el maquillaje del cambio y que por la noche nos lavamos la cara para quitárnoslo, con esas va, el muy cabrón, y refuerza la misma idea que me costó tantos años desechar. ¿Pues sabes lo que te digo?, que te den por culo Todd, a ti y a tu moraleja.
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Oye… ¿me perdonas, Todd?, es que me encantan tus pelis, pero que sepas que no quiero estar de acuerdo contigo, y cámbiate de gafas , coño.

Audio: Nathan Larson - Aviva Pastoral

sábado, mayo 20, 2006

Lo que "no digo" que ya está dicho.


Las cosas no dichas me valen. Yo “no digo” muchas cosas… Me he pasado media vida no diciendo lo que necesitaba. Veía como, durante la noche, las necesidades echaban raíces en mi estómago y apretaban hasta causarme arcadas de dolor, las interrogaciones tomaban forma de anzuelo y se clavaban en mi seguridad y mi autoestima para arrancarles un trozo cada día. Y yo esperaba que alguien viniera con su podador de marca “Amistad” para fulminar todas aquellas raíces y ramas podridas de dentro de mí, con su traje de buzo para poder sumergirse en mí y extirpar cuidadosamente los anzuelos/interrogación y convertirlos en exclamaciones… Pero, claro, eso fue hace mucho, ahora las cosas han cambiado.

El otro día me dijiste que sabes que te echo de menos, que lo percibes por mi forma de decir y de no decir nada, que yo hablo mucho en los silencios y que aún así me escuchas atentamente. Y doy gracias porque sepas leer mis silencios igual que mis letras, porque no todo el mundo los interpreta igual, porque sabes que cuando hablo y suspiro te digo mucho más, y que cuando digo y hablo (porque no soy mudo ni tengo miedo a comunicar) digo cosas de verdad, porque no soy de los que dicen cosas por decir, de los que cuentan cosas por contar, de los que quieren por querer, de los que vomitan por vomitar…

Lo “no dicho” enriquece a lo dicho, nunca lo sustituye, por eso te digo y te “no digo” lo mucho que te echo de menos. Porque, a veces, me siento tan solo en la distancia que me toco la cara, la recorro con una mano y lo que quiero es arrancármela para tocar el esqueleto y sentirme menos solo. Y sé que no lo estoy pero me siento así, por que son las sensaciones las que, a veces, tamizan la realidad pasando a ser ese Hitler momentáneo de mi existencia. E intento coger la bayoneta de las certezas para fusilarlo. Y disparo. Y hay veces que acierto. Y sé que volveré a coger municiones la próxima vez que te vea. Simplemente lo sé.

Audio: Acidman - Sai (Koohen)

martes, mayo 16, 2006

Narcotizándome.


Alguna vez me he preguntado por qué le puse “narcotízame” a este blog. La respuesta era simple: lo que quise poner en un principio (no recuerdo el qué) ya estaba pillado por alguien y no pude dejarlo así. Poco después, dentro de mi “brainstorming” mental, apareció aquello de “narcotízame” sin ninguna razón aparente. Así lo tecleé y así se quedó.

Hoy, por fin, he caído en la cuenta. Tiendo a narcotizar mis sentimientos, lo he hecho durante toda la vida…, para que no me duela, para, de alguna manera, anestesiar mi cuerpo y alma de los bisturís que se dedican a abrir los miedos e inseguridades, los hachazos de la distancia, esas astillas de la melancolía que se clavan hondo, los disparos del frío que van directos al corazón, los ganchos de la culpabilidad que se hunden por la espalda, la navaja de algunas miradas, la cuchilla de los recuerdos afilados…

Me pongo la mascarilla que atonta mi interior de los golpes (aunque no siempre lo consigo), pero, y ahí esta el “quid” de la cuestión, ¿qué pasa con las cosas buenas?... A veces quedo tan narcotizado que no me doy cuenta de lo bueno que me está pasando y me empeño en no percibir la brisa de la felicidad que, de vez en cuando, me despeina, el roce de los buenos momentos, los movimientos sísmicos de los abrazos, el oleaje de las risas, los viajes en balsa por agua calmas que unen dos islas relativamente lejanas, las cosquillas de un césped que se riega con ilusiones o las notas musicales que surgen al andar por dónde sabes que quieres pisar.

No sé, creo que tengo que arreglar eso y encontrar aún la dosis justa de narcotizante.

Audio: Lamb - Gabriel

viernes, mayo 12, 2006

Pintando palabras hasta crear historias.



Muchas veces me dedico a pintar con letras negras los espacios blancos que hay en mi cabeza. De ahí salen historias FICTICIAS que suelo plasmar por aquí de vez en cuando. Ahí va una de ellas...

Salí del útero de mi madre y la maté… Estoy seguro que fui yo. Me dio igual que mi padre y una ristra de psicólogos me dijeran lo contrario e intentaran barrer de mí la culpa como lo hacían con las pelusas de debajo de sus camas. Empecé mi vida matando, me di cuenta que la vida y la muerte van de la mano, que son siamesas, que beben del mismo vaso y con la misma pajita, que son dos caras de una misma moneda. Me lo reveló mi madre en un sueño. Ella ahora está muerta.

Me compraron un pollo cuando tenía alrededor de 7 años. Una estúpido moda que hizo furor en todos los hogares españoles…, un pollo pequeño que correteaba por enlosados y tarimas cagándolo todo, lo que son las modas. Yo podría reavivar esa moda otra vez, me cagaría en todos aquellos que compraron un pobre pollo y lo metieron en sus casas de la ciudad.

También maté al pollo. Quise ver si podía andar sin patas, pero no pudo. No se movió. Mi padre me dijo que se fue al cielo de los pollos y yo le dije que no me mintiera. No me volvió a comprar ningún otro animal de compañía…, en el fondo lo entiendo.

Intenté convivir con mi inocencia, pero la maté a muy temprana edad. Un sábado me encontré con una compañera de colegio detrás del quiosco que cerraron porque Teresa la tendera era narco y vendía coca al igual que nubes o gusanitos. Esta vez no, no maté a la pequeña Isabel, ni tampoco la violé. Ella misma quiso chupármela allí mismo y yo me dejé hacer. Le di las gracias a Dios y a Teresa porque le hubiera vendido todos esos chupa-chups de fresa a Isabelita y pudiera practicar con ellos.

Ya de mayor maté mi dignidad y mis sueños de un sólo disparo trabajando en algo que nunca imaginé que habría acabado haciendo... Fui director de Recursos Humanos y me dediqué a matar trabajadores a golpe de despido. Me harté a firmar en sus lápidas con el mismo bolígrafo que usé para rellenar sus finiquitos.

También acabé matando todas las relaciones que tuve. Era fácil, bastaba con hacer lo contrario que Jorge Bucay dice que es lo correcto. Cuando me quedé solo del todo ahogué la soledad con Internet y putas. Al final llegué a la conclusión de que Internet es una gran puta y, encima, de las caras.

Y ahora que yo también estoy muerto tengo aquí a todo el mundo haciendo cola para pedirme explicaciones.

Ni muerto me deja la vida en paz, joder.

lunes, mayo 08, 2006

Resumen de un finde bastante musical.

Observatori 2006: Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia - 5/05/06

-¿Quién es esa tipa del paraguas?

-Según el programa de conciertos es Sir Alice.

Sir Alice salió sola al escenario, se quitaba ropa, se ponía ropa, peleó con un muñeco de spiderman, con una supernena, saltó, chilló, cantó música electrónica, se puso una máscara blanca y modeló cual pasarela de París, saltó al estanque de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, se bañó, se secó con una toalla, nos puso un vídeo de caras de actrices pornos gimiendo, se tiró por el suelo del escenario, nos enseñó una teta... Sir Alice me encantó.

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Manta Ray, o como el sopor personificado puede llenar un escenario durante una hora y pico. Ni foto les hice.

-Mira, el maricón de la camiseta de caballos y arco iris quiere colarse y ponerse delante de nosotros.

-Ah, eso sí que no… ¡Oye, oye, buena jugada, pero va a ser que no, eh!

-¡Jobar –dice el mari en cuestión-, que nos gusta mucho Cocorosie!

-¡Y a nosotros también, bonita! Hale…, pitas, pitas.

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Cocorosie. Muchas expectativas puestas en ellas que se fueron diluyendo poco a poco gracias a los numerosos fallos de sonido que hasta hicieron que pararan de cantar en un par de ocasiones. Les acompañaba un rapero buenorro francés…, seguro que entre las dos se lo trajinaron y no daban pie con bola. Muchachas, que lo vuestro son los espacios cerrados e íntimos, no los festivales multitudinarios. Aún así, la magia de su música sobrevoló momentáneamente por nuestras cabezas.

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Con chaqueta color hueso que dejaba ver un sujetador de lentejuelas negro y verde (viva la elegancia) salió Najwa derrochando “torrente de voz”. La verdad es que su directo fue genial, es lo que tiene rodearse de buenos músicos y que le hayan hecho un pedazo de disco. Ella cantaba, ponía poses y, de vez en cuando, fumaba. Todos nos fuimos con buen sabor de boca…, ella, concretamente, a nicotina.

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Concierto Maga: Alginet (Valencia) - 6/05/06

Maga no es un grupo por el que, a priori, sienta demasiada curiosidad. Un día me constaste que, estando separados, fuiste a un concierto de ellos y te acordaste mucho de mí porque delante de ti tenías a una pareja de chicos abrazados y, concretamente, por una canción llamada “Diecinueve”. Al tiempo me hiciste oírla y descubrí un grupo con buenas letras y buen sonido. Sin duda, me quedo con el momento donde tocaron “Diecinueve” y tu mano y la mía se juntaron para hacer también música...

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jueves, mayo 04, 2006

Cine negro.


Siempre se levantaba con sabor a café en la boca..., hoy, especialmente, iba a tener un día duro de investigación así que intentó pasar de los espejos de su casa para no demorarse demasiado, hacía años que lo venía haciendo, era una rutina más. Salió de allí ladeándose el sombrero con el dedo índice y pulgar de su mano derecha mientras rechupeteaba en su paladar el sabor de un capuccino. No, no tenía tiempo para realidades humeantes.

Era consciente que protagonizaba una película de género negro, él era detective y se tenía que comportar como tal. Era serio, taciturno, de mirada instigadora, vestía barba de dos días, calzaba soledad de muchos años, algo lunático durante el día y una pizca soleado de noche.

Tenía una cita en el café “Saint Louis” y no quería llegar tarde. Sabía que había quedado con un hombre de ojos verdes, pero lo que no sabía era cómo iba a reconocerlo si aquella película era en blanco y negro. De poco servía la descripción del abrigo marrón y el jersey de cuello alto azul. Al menos conocía su nombre y dónde iba a estar sentado.

No tardó mucho en localizarlo, estaba en la barra removiendo su vida con una cucharilla e intentando endulzarla con dos de azúcar. Se encaminó hacia el asiento libre que quedaba a su derecha.

En este momento empieza a sonar una canción acorde a las circunstancias, dejando claro que esto es cine negro.

-¿Tú eres A., verdad? –preguntó torciendo el cuello mientras se quitaba el sombrero y lo dejaba apoyado en la sombra que su cabeza proyectaba en la barra, así parecía que no se lo había quitado del todo.

-Creo que sí –dijo el hombre del jersey de cuello alto color… negro.

-¿Crees que sí?

-Sí, creo que sí…, no estoy seguro, por eso te he llamado. No recuerdo quien soy y quiero lo averigües, que descubras todo de mí para volver a ser el de antes… Me han dicho que eres el mejor detective de toda la ciudad, el más honesto. Tienes que ayudarme.

-Está bien, muéstrame tu DNI, dime donde vives y yo empezaré a investigar.

-No, así no…, no de esa manera. Quiero que seas mi espejo, muéstrame lo bueno y lo malo de mí, es la única manera para volver a saber quien soy. Quiero verme reflejado en ti, no tengo miedo de lo que me puedas decir, de lo que pueda ver o de lo que pueda sentir. Nos tomará tiempo, ya lo sé, pero es lo que quiero… Tus ojos ya me informan que tengo la capacidad de sorprender a los demás, eso es un comienzo, ¿no? –dijo aquel hombre mientras cogía la mano del detective.

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-…, corten… ¡CORTEN!..., ¡¡¡CORTEEEN!!! ¿¿¿Pero qué mariconada de película de detectives es esta???

Audio: Inga Liljestrom - Film noir

lunes, mayo 01, 2006

On the road.


Hoy es uno de esos días en los que me iría de road movie. Sin preparar nada, dejando a la improvisación como actriz principal de mi trayecto…, un trayecto recto, sin curvas para no marearme, sin baches para no despertar de mi ensoñación, sin altas velocidades para saborearlo todo, sin señales de “Stop” que me hagan parar.


Hoy es uno de esos días en los que me sentaría en el asiento del copiloto, sacando la mano por la ventanilla para palpar el aire, acariciándolo mientras le voy signando mi viaje, porque el aire, aunque él no lo diga, es sordo y hay que hablarle así, y, acto seguido, haría ondas con mi mano, como siempre hago cuando estoy a su lado, porque quiero que el aire me informe (ya que mudo no es) sobre los caminos sin atajos, aquellos que son más largos y que harían que todo durara lo máximo posible.


Hoy es uno de esos días en los que me vestiría con ropa ligera, comería comida ligera, andaría por playas de arena ligera, parpadearía libertad, hablaría bajito, me movería a cámara lenta, haría primeros planos de su sonrisa mientras coge el volante, pintaría con mis propias manos horizontes sobre los horizontes y, finalmente, le tocaría la rodilla mientras conduce de vuelta para saber que todo ha sido real.


Hoy es uno de esos días en los que echo de menos...


Audio: Israel Kamakawiwo´ole - Somewhere over the rainbow + What a wonderful wolrd