Desde que era pequeño se había acostumbrado a beber en mitad de la noche. Al principio le bastaba con un vaso pero, poco a poco, tuvo que sustituirlo por una botella de litro y medio ya que su sed fue creciendo junto con las extremidades de su cuerpo y los granos de su cara… Fue así hasta que llegó un momento en el que todas y cada una de las noches se dormía con una botella de agua a los pies de su cama. Hay quienes duermen con el ángel de la guarda, él lo hacía con una botella “Lanjarón”.
Luego estaban ellos, los que se iban arrastrando por el suelo de la habitación, silenciosos, dejando una estela viscosa, agazapados junto a los miedos que se esconden bajo la cama, mimetizados por el día con la blanca pared, despiertos de noche por el ensordecedor sonido que hacen las barreras del subconsciente al abrirse. Los deseos esperaban el turno para colarse en su cabeza de cualquier manera posible. No siempre lo conseguían.
Aquella noche de verano, después de un buen trago de agua y debido a la torpeza de sus manos, el tapón de la botella rodó bajo la cama y, accidentalmente, los despertó. Él ni siquiera se dio cuenta, dio media vuelta y siguió durmiendo con la boca aún húmeda.
Tras unos momentos de desconcierto los deseos se pusieron en marcha y, uno tras otro, desfilaron por el frío suelo hasta el filo de la botella para acabar todos nadando en el agua esperando el turno de ser bebidos y poder colarse en sus profundos sueños... Dicho y hecho, media hora después, y tras incorporarse levemente, dio un largo trago de agua sin ser consciente de lo que verdaderamente estaba haciendo.
No se volvió a despertar hasta bien entrada la mañana cuando, empapado en sudor, temblando y rígido, se levantó precipitadamente para ir al cuarto de baño a vomitar los últimos instantes de su sueño. Cuando terminó, aún turbado, volvió a su cama, se sentó en el borde y pasó la palma de la mano por su frente perlada de gotitas para, así, despejar de su cabeza cualquier rastro de esos deseos ocultos y oscuros que sólo le pertenecían a él y que le habían estado torturando durante toda la noche.
Poco después, y una vez que sus dedos le permitieron escribir, se sentó delante de una libreta para apuntar, poco a poco, todo lo que iba recordando...
25 comentarios:
Ay, soy el primero y me has dejado sin palabras con este post. Pero no renunciaré a decir
PRIMEEEEEE!!!
Y a seguir teniendo poluciones diurnas con tus posts. Ains. :@
Buf.
Por eso hay que dejar las botellas en la mesilla ;)
Vale, nunca mais volvere a mirar debajo de la cama, porque entre las pelusas y esos bichillos que me haran soñar cosas raras, ya me he acohonao!!!
Pero que manera mas buena de explicarlo, desde luego que siempre nos dejas sin palabras, Usher....
Besos
Me encanta cómo creas suspense y enganchas palabra tras palabra. Es genial. Cuidaré que no se despierten los duendes.
Me encantó. Me dieron ganas de leer y de saber.
Dos temas de crucial importancia:
1. ¿La cabecera de la cama la tienes mirando al norte o al sur?
2. ¿Pijamaaaa?
......
Hay muy mala leche suelta por ahí, esperando a que nos despistamos para intoxicarnos con su paranoia. Pero poner por escrito todo ese tormento ayuda, eso sí. Es como una liberación de palabras comprimidas, algo así como la válvula de un balón demasiado hinchado.
Yo también he seguido durmiendo con la boca húmeda muchas veces... umm... la boca, los calzoncillos, que más da!
Jo... :-0
esos deseos traidores!, de dónde habrán salido? uno está durmiendo tan despreocupado y se levanta queriéndolo todo. es una gran putada, no me digan!
Buena excusa, fué el agua.
menuda lanjarona estás hecha...
sin palabras me he quedado después de esto.., es la ostia!
anoche solo dormí tres horas, no se colaron en mi botella de lanjarón, se colaron directamente en mi cabeza sin parar de dar vueltas... ahí siguen
tu decides si pones el tapón o lo dejas.. un beso
uauuu, me encantó. Yo bebo lanjarón y no tengo pesadillas, creo que la marca no tiene nada que ver. Posiblemente no sería agua lo que había en el interior de la botella. Están por todas partes...
Tendré que dejar mi botella abierta, para que me llenen deseos nocturnos a cada trago.
y que recordo?
A mi no me importa tener deseos nocturnos, siempre que me dejen dormir. No recuerdo el momento en el que se colaron en mi bebida, pero seguro que aún no me habían salido granos...
Yo me levanto empalmado beba agua o no... Mmh... o no son estos los deseos del personaje?
Venga confiesa canalla, tu eres guionista de A DOS METROS, verdad? Me ha recordado a una de estas escenas donde sueñan despiertos cosas de lo más sorprendentes/extrañas.
Sueños húmedos...
Yo también me acuesto con una botella de litro y medio a mi lado y ultimamente tengo unos sueños muy raros...
Me gusta eso de que beba deseos y luego los vomite, dejando los rastros en papel en blanco...
Doctor, doctor... yo no bebo agua por la noche, pero también tengo deseos ocultos...
....uhmmmm.... esto me recuerda que debo limpiar debajo de la cama.... en cuanto a esos deseos, a mi creo que a veces me asaltan a la luz del día.... pero no me importa, no sabría vivir sin ellos....
Yo cada día más de 2 litros de agua ingeridos y millones de deseos ocultos deseando dejar de serlo.
Un blogbesico.
Agua Lanjarón... quizás le habría ido mejor Bezoya ;-)
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