martes, marzo 21, 2006

Encajando palabras hasta formar una historia.


Después de mi periplo fallero (del que hay poco que remarcar), vuelvo de nuevo para contaros una historia ficticia de esas que, de vez en cuando, me gusta compartir mientras camino disfrutando de los ruidos de la ciudad. Ya sabéis, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia...
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Apareció y me regaló un imán, un estúpido imán con forma de corazón y me lo dio el día que yo menos esperaba. Regálamelo el día de mi cumpleaños, el de mi Santo si me apuras, pero no llegues un día tendiendo la mano y entregándome tu corazón para que se pegue al mío. Así no se hacen las cosas, le dije.

Desde aquel momento ya iba prevenido para lo que pudiese pasar, como, por ejemplo, aquel otro día en el que estaba saboreando la nata de un capuchino de la misma manera que paladeaba los pensamientos que mi cabeza generaba, desordenados y oscuros, como posos de mi propio café, dispuesto a tomar alguna decisión o, simplemente, por el placer de poner las manos en una taza caliente sentado en algún sitio concurrido. Se acercó y rompió mi ritual dejando un paquetito encima de la mesa... Lo miré, lo cogí, lo abrí e hice una mueca. Vaselina para labios con olor a frambuesa, ese empalagoso olor que se quedaba impregnado en mis fosas nasales, que, poco a poco, se va convirtiendo en un desquiciante sabor durante todo el día y que, hiciese lo que hiciese, lo iba a seguir oliendo y paladeando hasta que quedara dormido en mi asquerosa y apestosa almohada de frambuesa. Soñaría cosas color rosa y me levantaría de buen humor, ¡¿pero qué se habría creído?!

-Oye, ¿y qué pasa si hoy o mañana tengo un día limón? -le pregunté mirándole a los ojos-. ¿Tengo que ir oliendo a frambuesa todo el puto día?


Todavía recuerdo lo mucho que me gustó su voz la noche que me quedé encerrado en aquel claustrofóbico ascensor. Fue el aderezo de mi nerviosismo mientras pulsaba cinco veces seguidas la alarma para que alguna persona la oyera y viniese a echarme una mano.

Al trasladarme a aquel piso, el jefe de la comunidad me avisó que el ascensor estaba comunicado con un servicio de atención las 24 horas del día, lo cual nunca creí hasta aquella noche. Su voz salió por unos agujeros del panel de botones.

-Mantenimiento de ascensores, ¿puedo ayudarle en algún problema?
-Sí, me he quedado encerrado..., no puedo salir.
-No se preocupe, enseguida mandamos a un técnico. Dígame su nombre y dirección, por favor.

Su voz me hizo sentir seguro de que todo lo que me rodeaba no estaba sucediendo, que todo aquello era una escena de una mala película española... La situación me excitó tanto que me masturbé mientras él escuchaba atentamente al otro lado. A partir de ahí, y sabiendo que con cinco toques conectaba con mi vida, empecé a querer experimentar mi sexualidad en el ascensor y, sobre todo, en su presencia. A veces solo, a veces acompañado, compartiendo con él la bruma de mis orgasmos, el choque de mis gemidos contra las cuatro paredes, la mezcolanza de salivas, el eco de mis obscenas palabras mientras le mordía la espalda a alguien, el sonido de mis rodillas al tocar el suelo, los crujidos de mi espina dorsal al retorcerme de placer, la música de las gotitas de semen al salpicarme... Era yo mismo, era él al otro lado, era el ascensor como desierto de mis deseos.

Así hasta que pidió que nos conociéramos y yo accedí con desgana. Al poco empezó a regalarme su vida trozos... Yo los cogía, los miraba, los saboreaba y los escupía. Ese era el juego que me enseñaron a jugar.

Nunca follamos, nunca me interesó, sólo quería comunicarme con él a través del ascensor. Saber que había alguien al que podía acudir en el calor de la noche y hacer de mis pezones estrellas y de mi pene una luna menguante. Era su voz, era su presencia, me bastaba con eso..., no quería nada más.

Le devolví el tarrito de vaselina y olí el olor de su decepción, ese era el que quería que recorriera mi pituitaria, no el de frambuesa.

-Respeta mis dás limón y vete -le dije-. Nos Vemos esta noche en el ascensor...

20 comentarios:

Anónimo dijo...

Una extraña historia, como todas las tuyas, con sus metáforas y sus palabritas especiales.
Lo de masturbarse y escuchar gemidos me recuerda a una instalación llamada "nido de semén" en la que el autor se masturbaba bajo un escenario cuando la gente pasaba por arriba, comunicado con ellos a traves de un interfono.
Creo que últimamente solo tengo días frambuesa.

Alumnedelmon dijo...

Mmmm... eso es lo que se dice "tener en cuenta al otro". Y qué mal huele la decepción. Un poco peor que la frambuesa, la verdad.

Las fallas te hacen bien, el post es genial. Prueba a tirar petardos cada vez que vayas a postear :P

Beso!

Arca dijo...

Anda, que curioso, a mi también me ha traido a la cabeza esa exhibición de Vito Aconci.
Me encanta el relato, el deseo y la repulsa, ese onanismo máximo "era yo mismo, era él al otro lado era el ascensor..."
bien jugado

Bito dijo...

Desde luego que hay relaciones tan perfectas que, cuando se trata de llevarlas más lejos, se joden del todo.

Muy bueno este.

gianis dijo...

lo de la vaselina era una forma cariñosa de decirte que quería darte por el culo.

Juan Muriel dijo...

me gusta lo que leo, a partir de ahora volveré por aki.
saludos

gianis dijo...

por cierto, la historia se desarrolla en un ascensor porque todo lo que sube baja?

Para, creo que voy a vomitar dijo...

Claaaro! Tú mejor que nadie lo debería saber, Gianis ;)

claradriel dijo...

Preciouuusssss, este post. De hecho, el primer párrafo es de lo mejor que he leído últimamente, una forma de empezar un relato muy curiosa, lo guardaré en mi agenda, donde apunto todos mis fetichismos verbales, y donde a partir de ahora estarás atesorado. Entre las paginitas de aquellos hitos memorables de mi cotidianidad guardaré tus palabras de corazones y decepción.

Cobre dijo...

Muy bueno!, me ha gustado mucho la historia y las sensaciones que ha despertado de buena mañana.

Por cierto, q de acuerdo estoy con Bito!.

Un beso de una claustrofóbica q odia la frambuesa

Ashavari dijo...

y digo yo que cuando empiecen los calores del verano que va a ser de todos nosotros...???

Simon Templar dijo...

Yo, como Santo que soy, te pregunto como debe de ser un pene en luna llena.
Y te invito a que participes a mi meme, en mi blog. Hasta pronto Arco!

Nu dijo...

La verdad, arcaditas de mi corasón, yo puestos a pedir preferiria un buen botones...Me gustan más los realities shows que la virtualidad...besines

Pol dijo...

Me ha gustado mucho, esa historia de alguien que mantiene una relación sexual sin contacto y sin conocerse...Estaría bien que no se conociesen y que uno fuese celoso y posesivo...

Enhorabuena! Estoy con Gianis...era una invitación descarada, encima vaselina de franbuesa...será descarada!! ;)

El Bosco dijo...

Pues a mí me gusta. Así tienen que ser las cosas, que no trasciendan de un simple imán que para inutilizarlo sólo hay que alejarlo de nosotros (si es que somos el metal), claro).
Muy bonito.

El Bosco dijo...

Quería decir: Así tienen que ser las cosas, que no trasciendan, que sean como un simple imán que para inutilizarlo sólo hay...... etc.

Ysbrand dijo...

Apoyo en todo a Didi. Es mi primera visita y me ha encantado el post y el blog. Volveré a menudo.
El tio era un gilipollas de los que estan enfadados con el mundo. No se merece una vaselina perfumada. Claro que habría que ver al del ascensor: quizás su aversión estaba más que justificada.

Iván dijo...

Hay obsesiones sexuales muy particulares, y la de una voz sensual es una de ellas. Muy bueno lo de tus días de limón. Hay que reinvindicar los malos momentos en los que no tiene que ser obligatorio sonreir ni estar en este mundo. Todos necesitamos días de esos.

Administrador dijo...

pero k bonito, lo del día limón es un acierto, me encanta tu blog, un saludo

Anónimo dijo...

¡Ohoooooooooooh! Yo no me quedo sólo con el primer párrafo, sino con TODOS LOS PÁRRAFOS. ¡Qué original!

Pero sí, también me quedo con la opinión de Dama: el prota es malo.

Un beso.