martes, septiembre 22, 2009

Colisión.


Pues sí, la vida es como una autovía de peaje donde ves gente que va y viene y tú, mientras, te quedas mirando como un tonto con el ticket de la ilusión y la esperanza en la mano...

Dejas entrar a esos con los que parece que vas a hacer un viaje de la ostia, pero al final el coche se cala o acabas sacando la cabeza por la ventanilla porque te han mareado de tal manera que ni la Biodramina puede hacer nada.

Y, entonces, sales despedido por el parabrisas y te quedas en medio de la autovía mirando hacia arriba y rodeado de cristales que resultan ser tus sueños hechos añicos... Pero, tranquilo, ya los barrerás otro día.

Te levantas poco a poco y notas como te crujen de rabia las rodillas y como de tu rótula salen lágrimas que se deslizan por tu pierna dejando un reguero que, a la larga, será tu propio bálsamo o curación.

Y miras a lo lejos, observas el desastre del accidente pero desistes en llamar a una ambulancia. Que cada uno se cure sus heridas, que cada uno se lama su propia sangre, que cada uno cree sus propias costras de la manera que pueda o mejor sepa. Yo lo intento hacer con la cabeza bien alta..., al menos eso pienso mientras escucho las sirenas de fondo.