El otro día un drogadicto me reconoció..., y no porque hubiéramos sido compañeros de papelina, sino porque hace un año o así me paró por la calle e intentó convencerme de que se dedicaba a la “humanitaria” labor de limpiar los jardines de jeringuillas (digo yo que las que él mismo usaba) y a repartir condones a la gente a cambio de “una ayudita”. Recuerdo que lo miré y le dije “pero esa labor ya la realiza el comité antisida y no piden nada a cambio”. Creo que lo dejé descolocado y no sé qué zarandajas me contraría, lo único que sé es que la otra noche aún se acordaba de mí… Me quedé con las ganas de decirle “La próxima vez que nos veamos será en el infierno, amigo mío, y ahí tengo entendido que no hace demasiada falta los condones”.
El otro día también me manché los pantalones de aceite y no, no es porque mis poros supuren esta sustancia (algunos ya estaban deseando poner ese malintencionado comentario) sino por una revoltosa gota de la ensalada. Mi madre me dio un spray de esos que si lo aplicas en la mancha al poco tiempo desaparece... Es curioso como se va formando una capa blanca encima de la mancha y acaba absorbiéndola por completo. Casi inmediatamente se me ocurrió la idea de rociarme entero con ese spray para que absorbiera todas mis manchas internas y que, finalmente, yo mismo terminara desapareciendo, pero creo que el producto era algo tóxico y habría sido peor el remedio que la enfermedad. Una pena.
Hoy estoy cansado, y no porque haya dormido poco (aunque lo he hecho mal e intermitentemente)… Me he levantado cansadísimo, como si durante toda la noche hubiese soportado en mis espaldas el peso de todo el tiempo perdido que ha ido engordando y amontonándose durante mis últimos años. Que sí, que Manolo García dice que "nunca el tiempo es perdido", pero yo odio a Manolo García y su música que “suenasiempreigual”, así que no me vale.
El cansancio de lo que no ocurre afecta y me cansa más que el cansancio de lo que verdaderamente ocurre. No sé por qué cojones pero es así. Y a Manolo García que lo follen.