lunes, junio 26, 2006

El acantilado teñido de rojo.


No fue difícil verla. Su traje rojo resaltaba entre la vegetación como lo haría una boya en el medio del mar…, justo como ese mar que se oía de fondo y que era la razón de mis visitas a aquel lugar alejado de la civilización.

Cada mes gastaba dos horas de mi vida en conducir hasta allí. Había hecho un contrato con él, firmado en voz alta y con los brazos estirados, a pleno pulmón, con el eco como testigo, con nuestros miedos como intercambio y con brindis incluido… Un día, hace ya seis años, las gotas de sudor de mi frente chocaron con el mar y éste, a su vez, empapó mi cara de pequeñas lágrimas saladas que me dijeron que estaba triste y aterrorizado. Fue así como, con esa especie de brindis, me hermané con aquel acantilado y todo lo que le rodeaba.

Me acerqué a lo que parecía ser una chica vestida de rojo y tirada en medio de aquella frondosa hierba. Estaría dormida, desde luego no era la primera vez que yo mismo me había quedado dormido allí, esnifando paz.... Después de intercambiar miedos con el mar uno se queda relajado, como si te hicieras un peeling interior. Te metes la mano por la boca, rascas lo malo de dentro y lo vomitas todo. Pero lo importante está en escuchar al mar hablar de sus miedos. Él mismo me dijo que estaba harto de ser el recipiente de los miedos ajenos, de ser el protagonista de baños purificadores, de expiaciones de pecados veniales, de ser la balsa de inseguridades y malas vibraciones de todos aquellos que así lo quieren sin ni siquiera preguntar. Él también tenía derecho a contar sus propios miedos y allí estaba yo para escucharlos, como bien ponía en nuestro contrato.

Me agaché y la toqué, pero no se movió. Era morena, pálida de piel, frágil como la hierba de su alrededor, casi etérea. A su lado un bolso y un bote de pastillas… Perfecto lugar para suicidarse, pensé. Puse mis dedos en su cuello y noté un débil latido masajeándome las yemas.

-¿Pero qué has hecho, mujer?

Eché mano al móvil para llamar a una ambulancia cuando un pensamiento me paró en seco. ¿Quién era yo para destrozar sus deseos de morir?, ¿y si no tenía derecho a despertarla de esa lenta y dulce muerte voluntaria? La miré fijamente, sus labios estaban relajados, incluso dejaban entrever una leve sonrisa, sus párpados eran como las sábanas que arropaban un placentero sueño, sus manos yacían tranquilas, una en su pecho y la otra acariciando la hierba, como si quisiera fundirse con aquel entorno, tal y como yo me fundí tiempo atrás… Me levanté, di media vuelta y me despedí del mar con la mano.

Debía dejarla morir en paz. Aquella chica vestida de rojo había decidido suicidarse, estaba en su pleno derecho, al igual que mi conciencia se suicidó el mismo día que encontré este lugar hacía ya seis años. Se asomó por mi boca y cayó por el acantilado hasta lo más profundo de aquel mar que también me decía adiós con la mano.

27 comentarios:

hack de man dijo...

Vaya... pasaba por aquí para comentarte, en el post anterior, que todavía no tengo foto (pensaba que la tenía, pero, aún hoy, no me atrevo a sacarla de la caja), pero que, en cualquier caso, el mar tiene que ser el fondo de la fotografía, y me encuentro con este post.

Yo no soy tan consciente de haber hecho un pacto con el mar, pero recurro a él a menudo... y se deja.

Pues yo no sé qué haría, la verdad, si me encuentro a un suicida... ¿y cómo sabe que es una suicida? ¿Y si es Marilyn? ¿Se suicidó o la mataron? Tachan...

Abrazos!

siouxie dijo...

Tener en las manos la opción de "salvar" a alguien que se está "salvando" a sí mismo. Qué paradoja más jodía.

Un beso, Arcadín :)

PRIMAVERITIS dijo...

Pues tío, la pifiaste, ninguna mujer se pone un vestido rojo para suicidarse, los vestidos rojos son para ligar, para celebrar un aprobado, para ligar y para ligar,
Así que dejaste morir a una tonta que se fué a follar con un tío equivocado que la estranguló después de ponerse hasta arriba de pastis.
Espero que no tocaras el bote porque tus huellas dactilares te van a llevar directito a la carcel.

claradriel dijo...

Oh.

siouxie dijo...

Vaya, primaveritis, estás romántica hoy eh? :P

Bowie dijo...

ostia qué jevi (heavy, :-D)

es que yo nunca sabría qué hacer entonces...

va el abrazo, "para..."

Pat Robles dijo...

¡¡¡Qué lugar tan bonito para suicidarse!!! :D ¿Y qué mejor que hacerlo con un vestido rojo?
Mmm, ¡un vestido blanco!

Macacolandia dijo...

Tienes razón, hay que respetar las decisiones de la gente por muy mal que nos parezcan. Otra cosa es que hiciese daño a alguien más como el que decide volar el edicio con gas o ir en dirección contraria, pero un suicidio así limpio que no pones en peligro la vida de nadie me parece muy respetable.

paseillo dijo...

!!Te superas ¡¡

Anónimo dijo...

Los acantilados son aquellos rincones viejos, donde el terreno se enfadó con la mar. En ellos todo siempre es ruptura...GENIAL ARC!!! BSS!!!

Anónimo dijo...

No me suicidé. Resbalé y podía oir y sentir todo lo que sucedía a mi alrededor.

Gracias por tu ayuda

nosue dijo...

si pudiera elegir como morir... seguro que elegiría esa manera...
junto al mar que adoro, con la paz que transmite, tumbada en el verde y fresco cesped y mirando al cielo...
bonito relato

Anónimo dijo...

Me gusta el texto y la foto. Parece Galicia :)

g. dijo...

uia. recórcholis.

claradriel dijo...

Absolutamente encantada con Instinct.
Mi nueva música de deseos, sorpresas y carícias de piel veraniegas.
Gracias!!!!!!!!!!!!!!!!!

Juan Muriel dijo...

pues como te pille la poli te enchironan, que lo sepas.

Unknown dijo...

....uffff.... es peliagudo ese post.... yo habría llamado a la policia.... la vida da muchas vueltas.... y salvar a alguien la vida es motivo de una bonita aventura....

Ysbrand dijo...

Que chulo Arc...siempre me dejas como algo asi haciendo como eco. Lamento no poder ser más preciso.

El suicidio es algo que, en general, me produce un gran respeto. Pero tambien hay gente que se suicida por memeces con solución.

Vuelves a vomitar en este post. ¿te acuerdas en El Viaje de Chihiro cuando el dios pestilente va a la casa de baños, vomita todo y acaba siendo el dios del rio? Siempre me acuerdo de esa escena (una de mis favoritas) cuando vengo por aqui.

Purrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr

Iván dijo...

Tenías que haber contactado con ella antes, seguro que le hubieras podido transmitir ganas por la vida. No sé que decirte, sé que es un derecho, pero muchas veces el que lo ejercita no está del todo en su sano juicio, o ve las cosas tan negras que es aconsejable dejarle hacer lo que hace...

Darkblue7 dijo...

Cada día me gusta más como escribes

marga dijo...

Esto explica porque no tienes diván... dejas morir a los pacientes.
Así nunca te vas a hacer rico, que lo sepas!!

gianis dijo...

me gusta cuando es una mujer la que se suicida

S.B.S. dijo...

Bonitas imágenes, me metí en estas palabras y he salido, como cuando se sale con fuerza del agua. Refrescante!

Pow dijo...

Dejarla morir en paz... Que bonitas palabras y ¡qué difíciles! Como siempre, a riesgo de equivocarme, me sugieren una descripción condenada tan solo a su existencia en las páginas de un libro.

Anónimo dijo...

¡Curioso cómo uno termina por suicidar su propia conciencia en la mirada de la naturaleza...!

El rojo por cierto, demasiado simbólico... la ambrosía aquella de querer ser el reflejo de todo, en la serenidad de la nada...

¡Hermoso escrito...! si señor

Su amiga
Daanroo

El mundo de Daan dijo...

Perdón olvide preguntar...

¿Me lo presta, se me subió a la mente, por no decir al alma...?

Anónimo dijo...

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